"Una docena de pañales, por favor" (NUEVA VERSIÓN)

Hay situaciones que por algún motivo, aunque en ese momento lo desconozcamos, nos quedan marcadas. Después nos preguntamos, ¿Por qué sigo pensando en esto? ¿Qué fue lo que pasó que hace que siga repensando este tema? ¿Habré algo hecho malo? ¿Podría haber hecho más? 

Estas son preguntas que me quedan resonando desde hace 2 años cuando sucedió la situación que pasaré a contar y que volvió a despertar luego de haber leído "Primera Infancia: Panorama y desafíos para una mejor educación" de Verónica Kaufmann

En 2018 fue mi primer año como auxiliar docente en la Escuela Infantil "Magic Room", en Villa Crespo. Durante toda la primera mitad del año me desenvolví como auxiliar en ambos turnos, mañana y tarde. 
Después de una situación con una de las docentes que tuvo que dejar la institución, la directora del jardín me propuso tomar el cargo de docente titular en ambos turnos. Por la mañana estaría en Sala Roja (2 años) y por la tarde en Sala Naranja (1 año y medio). Si bien era un desafío enorme para mí, acepté con mucha alegría.

Esto me lleva a contar esta experiencia. Cuando comencé mi cargo como docente titular en Sala Roja en el turno de la mañana, conocí a una de las niñas llamada Luciana. A Luciana no la conocía mucho porque cuando estaba como auxiliar únicamente me dedicaba a entregarla con su madre en el horario después de la siesta ya que ella se retiraba en ese momento. Pero esto cambió cuando pasé a ser titular, Luciana empezó a ser mi alumna. 

Luciana era una nena muy dulce pero tenía muchas conductas y actitudes que me llamaban la atención. Por mencionar algunas: no respondía a su nombre, tenía dificultades para caminar, jugaba siempre sola, no mantenía sus juegos, no mantenía la mirada, etc. Si bien, adentrarme en eso sería muy extenso y propicio para otro tipo de trabajo me pareció importante mencionarlo.

¿Cuál era el "problema" con Luciana? Lu entraba todas las mañanas con su padre, siempre con una medialuna en la mano (la cual nos causaba mucha envidia) y muy alegre. El padre era una persona muy simpática, se podía conversar con él.  
Así como todas las mañanas Luciana entraba con su medialuna, también entraba con su pañal llenísimo. Y cuando digo llenísimo me refiero a que todas las mañanas la tenía que cambiar de pies a cabeza porque no pasaban ni 10 minutos de entrar a la sala que Luciana se pasaba de pis.

Con el correr de los días, semanas, meses, el cambiado de pañal de Luciana todas las mañanas se hizo algo muy agotador. El momento del cambiado interrumpía los intercambios de la mañana o el desayuno. En el cuaderno les pedíamos a los adultos de la familia que, por favor, revisaran a Lu antes de entrar al jardín, que le realizaran un cambio antes de ingresar, etc. 

Me acuerdo que el problema con los pañales de Luciana era algo que ya lo conversábamos entre todas las docentes, ya no sabíamos que hacer. El tema es que muchas veces no se hablaba de buena manera sobre Luciana o su familia. Había comentarios como "¿Cómo puede ser que la traigan siempre con el pañal lleno?" "¿Cómo puede ser que no la revisen?" "¿La mamá no tiene 5 minutos para mirarla antes de venir al jardín", y así muchos y variados interrogantes...

Cuando escuché el relato "Hay que conocer a John" me hizo pensar en esto último. En los preconceptos y/o prejuicios que solemos tener de alguna persona solamente por lo que podemos ver y/o escuchar a simple vista. Todas estábamos indignadas al pensar en que la familia no podía encargarse 5 minutos de Luciana y tratar de evitar estos inconvenientes. Los comentarios sobre su pañal se escuchaban diariamente y siempre con tono señalador. 

Una persona es mucho más de lo que podemos observar y/o escuchar. Una persona trae consigo todo un bagaje de experiencias personales, familiares, contextuales, emocionales. Nosotras no conocíamos a Luciana más allá de lo que podíamos ver y conocer en el jardín. No conocíamos a su familia ni que había más allá de "son los papás de Luciana" y de lo que se podía charlar 5 minutos a la entrada y a la salida. 

Me puse a pensar en cómo nos cuesta a veces romper con esos comentarios y/o suposiciones de cómo será la vida de los demás por lo que vemos y oímos. ¿Por qué será que no nos podemos detener 5 minutos a pensar en qué podría estar sucediendo de trasfondo? ¿Por qué no intentamos conocer un poco más la realidad de cada persona antes de juzgar? ¿Cómo puede ser que como docentes no podamos realizar este trabajo interno? ¿Qué vamos a comunicar a les niñes si nosotras no podemos hacerlo?

Seguimos con el relato...

Un día sucedió que conversé este tema con la directora. Fue una conversación super simple, pero ¡qué necesaria! No entendí como estuve tanto tiempo sin hablarlo con ella y ella sin hablarlo conmigo (ella estaba al tanto de la situación). Hablando con la directora me comentó que, por favor, tengamos paciencia con la situación del pañal de Luciana ya que la familia vivía en Provincia y se levantaban todos los días a las 4 a.m. Antes de entrar al jardín, Luciana esperaba a que sea el horario en la panadería dónde trabajaba la mamá. Una vez que se hacía el horario, el papá pasaba a buscarla y la traía al jardín. A la madre se le hacía un poco difícil cambiarle el pañal a Lu en la panadería y a veces, en el apuro del trabajo, ni podía hacerlo.

Ahí fue cuando me detuve unos minutos y comencé a reflexionar sobre lo que me comentó la directora. Si bien la situación del pañal era algo que me agotaba, me puse a pensar en que a veces es necesario poder conocer un poco más la realidad de cada familia. No digo tampoco que tenía que bancarme la situación porque la familia vivía lejos y no le quedaba otra, pero conociendo la situación se podría haber conversado desde otro lugar, se podría haber pensado en cómo hacer para que Luciana no se pase más y no termine toda mojada todas las mañanas, se podría haber tenido más paciencia. 

Con el tiempo fuimos controlando un poco más la situación. Conversamos nuevamente con la familia y ellos comenzaron a prestar más atención en el pañal, aunque sea revisándola o avisándonos apenas llegaba a la puerta del jardín si es que tenía el pañal muy lleno así podíamos cambiarla apenas ingresaba y no teníamos que llegar al punto de que se moje. 

Son pequeñas acciones que pudieron hacer que Luciana también esté más cómoda. Porque bueno, a pesar de mi cansancio, había que pensar que la que más incómoda estaba con todo esto, era ella. 

Esto me hizo volver al relato "Pedagogía del moco". La situación de Luciana y su pañal había sido parte de una rutina diaria. Ella llegaba, observaba que estaba mojada, entrábamos a la sala y entre mi auxiliar o yo la cambiábamos en medio del saludo de la mañana y seguíamos con el día como si nada hubiera pasado. Me hizo pensar en los momentos en los que Luciana se debe haber sentido parte de una rutina. Ya no nos preocupaba si estaba mojada o no, si ella la estaba pasando bien o no, simplemente era un momento más del día como el desayuno, el momento de ir al baño, la salida del jardín. 

Es importante observar cómo convertimos en rutina momentos que deberían necesitar un poco más de atención, de ternura. Luciana seguramente no se sentía cómoda con lo que estaba sucediendo y seguramente hubiera sido mejor poder dedicar un momento especial para ese cambiado. Preguntarle cómo andaba, cómo se sentía, explicarle por qué la estábamos cambiando de pies a cabeza y también esperarla a que ella esté preparada y cambiada para continuar con las actividades del jardín. 

Volviendo al texto de Verónica Kauffman "Primera Infancia: Panorama y desafíos para una mejor educación" y para finalizar con este relato, es importante conocer el contexto y los rituales de crianza de cada familia. Estar al tanto de sus horarios, de sus posibilidades. Entablar un diálogo donde el intercambio sea entre dos pares. Es así cómo la articulación institución - familia puede llevarse adelante. Y es así como vamos a poder romper con estas prácticas rutinarias, estereotipadas y dejar de entablar preconceptos que construimos sobre los demás. 







Comentarios

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  2. Hola Sol! El relato en su segunda versión profundiza varias cuestiones interesantes! Los prejuicios, los estereotipos, las expectativas que generamos con las familias que cuando no se cumplen, echamos enseguida "culpas", solemos mecánicamente emitir un juicio. Muy bien el apartado de hablar con la directora, poner en palabras, armar equipo, intercambiar con otres de manera profesionalmente comprometida en virtud de una mejor calidad educativa para todes les niñes. Será que una respuesta de sostén y ternura, contextualizada y disponible, sería recibir a Luciana con un "-buen día Luciana! Vamos a cambiar tu pañal para comenzar la jornada fresca, después del largo viaje para llegar al jardín?"- De esto se trata responder oportunamente. A veces se podrá mejor, otras tendrá que esperar un poquito, si están recibiendo al grupo. Sin embargo saber que esta necesidad peculiar forma parte de la vida de esa niña y esa familia, transforma todo nuestro discurso y la mirada que tenemos con aquella situación, por ende nuestra intervención se transforma.
    Sugerencia de cambio: ¿Habré algo hecho malo? sería ¿ habré hecho algo malo?
    Graciaas!
    Cariños, Mariana

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