Relato autobiográfico temático

 Siempre me consideré una fanática de la escuela, mal llamada en su momento "nerd". Ansiaba con muchas fuerzas todos los comienzos de clase, disfrutaba plenamente todo lo que conllevaba. Tuve mucha facilidad para atravesar los trayectos en cada ciclo lectivo.

Desde comienzos del jardín de infantes y hasta 4to grado de primaria, asistí a un colegio religioso privado a muy pocas cuadras de mi casa. Mi madre era muy partícipe de todos los eventos que se realizaban en la institución, colaboraba con lo que se necesitara, participaba en reuniones, etc. Mis amigos y amigas de jardín fueron los mismos año tras año, éramos un grupo muy grande y muy unido.

Al finalizar el año, mi mamá me dio la noticia de que para el próximo año me iba a cambiar de institución ya que estaba muy en desacuerdo con algunas "políticas" y "manejos" de las monjas del colegio, además de que me notaba muy cansada por asistir a doble turno. Al principio lloré, me negaba a separarme del espacio al que pertenecí desde que tenía 4 años. Como todo cambio, tenía miedo e incertidumbre. 

Bueno, ¿a qué no saben? El cambio fue lo mejor que me pasó en mi escolaridad.

En 5to grado empecé a asistir a una escuela pública que también se encontraba muy cerca de casa. Asistía medio día y volvía a casa para almorzar. Los mejores recuerdos que tengo y que atesoro con mis 28 años de edad sucedieron en esa institución. Tuve docentes increíbles, realizamos proyectos escolares inolvidables, tuve amistades que hasta el día de hoy se mantienen. 

Pero algo que nunca dejo de olvidar es un gesto muy especial que tuvo una docente para conmigo y que pasaré a contar. De chica siempre disfruté mucho de leer, me encantaba comprar cuentos, leerlos, volverlos a leer. 
Un día, mi madre se acerca y me comenta que mi seño "Nora" le había dado una bolsa con varios libros que tenía ganas de prestarme para que los leyera. Era una bolsa con unos 10 libros. Me quedé sorprendida... "¿Cómo sabe que me gusta leer?" pensaba. "Yo nunca lo dije en voz alta", "Nunca expresé mi gusto por la lectura", "¿Cómo se dio cuenta?"

Fueron interrogantes que me quedaron en la cabeza durante mucho tiempo. Me quedé sorprendida por cómo captó la docente mi gusto hacia la lectura. Hoy en día, puedo pensar en esa mirada docente, en cómo mi "seño" conocía a cada uno de sus alumnos, en cómo pensó en mí y seleccionó cuidadosamente esos libros para que yo pudiera disfrutarlos en mi casa. 

Es una huella que me queda hasta el día de hoy y que, durante mi trayecto como docente, me gustaría dejar en alguien, en alguien que a sus 28 años piense en su Seño Sol...

Comentarios

  1. Me gustó mucho tu relato y tu forma de escribir. Es muy ameno tu blog.

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